Me gusta el arte, me gusta la música, me gusta la informática, me encanta leer... pero no me gusta escribir. Si he estado reticente a hacer el blog es porque sé que a nadie interesa las inquietudes de una simple estudiante. Pero, ¿como negarme a las propuestas de mi profesor? Soy consciente del poder de las nuevas tecnologías, pero la forma de comunicación, tan potente, llega a asustarme. Cuando publicas tus pensamientos no sabes quién, en cualquier otro lugar del mundo, puede estar juzgándote.
Además soy consciente de que mi redacción no es ni mucho menos fluida. Nunca (a excepción justificada del messenger y algunos correos inteligibles) me he vuelto a comunicar escribiendo. Creo que la última vez que usé la vía epistolar fue a los 9 años, cuando escribía postales a los amigos que había hecho en el campamento de verano porque Cuenca te parecía estar en la otra punta del mundo. Compraba sello y todo. Y es que expresarme por escrito me resulta una tarea muy compleja, aunque la actividad moderna imponga el uso de la comunicación escrita.
Espero desarrollar la inteligencia lingüística que, según Gardner, puedes entrenar, lo que conlleva a algo tan complejo como usar ambos hemisferios del cerebro.
Este blog será mi campo de entrenamiento.