sábado, 26 de marzo de 2011

La práctica

Revisión de los ejercicios.

Ejercicio 1. Asumir perspectiva y contar el conflicto.
Parte A: contar el conflicto a otra persona que adopta el papel de la persona con la que te confrontas.
En este ejercicio me hice más consciente de cómo veía lo que ocurrió.

Parte B: adoptar el papel de la persona con la que mi compañero tiene el conflicto.
Adoptar la perspectiva de alguien a quien apenas conocía era difícil. Mi compañero guiaba la conversación cuando caíamos en un bucle.

Ejercicio 2: perspectivas.
Usar el espacio metafóricamente para movernos por las perspectivas de las dos posturas me ayudó a darme cuenta de que los sentimientos no son los mismos para los implicados en el conflicto.  

Fue sorprendente comprobar (gracias a Juanjo y David por ser mis facilitadores) que incluso mi lenguaje corporal cambiaba cuando me movía por el espacio, cuando me situaba en la otra perspectiva.

Lo de construir conscientemente contextos tiene más sentido ahora. Si hubiera sido capaz de obtener la información necesaria para entender y comprender la situación (se disuelva o no el conflicto) habría podido generar un contexto encauzando la conversación para que me hiciera caso. 

Mientras hacía el ejercicio no cambiaba de perspectiva por turnos, sino que según iba verbalizando el conflicto me daba cuenta desde dónde estaba atendiendo, lo que me ayudó a entender lo que podría haber cambiando la situación desde otro punto de vista. Y, con esa información, cambiar la situación, modificando así el contexto.

La diferencia con el ejercicio anterior es que he podido "desracionalizar" el conflicto y he sido más consciente de mi manera de proceder como participante de la situación.

Ejercicio 3: la línea del tiempo.
  1. Preparación: pasar por la experiencia y estabilizarla.
Situándote un poco antes del momento del conflicto empiezas a moverte por la línea tomando contacto con la experiencia, cerrando los ojos y recuperando las sensaciones de aquel momento.
  1. Información de ti mismo: lo que era importante, lo que me gustaba, los que sentía, lo que pensaba…
Desde aquí puedes conocerte y entenderte mejor, ser más consciente de ti mismo.
  1. Información de la otra perspectiva: desde ti mismo (como no puede ser de otra manera) se pasa por la experiencia priorizando al otro.
Priorizar al otro significa centrarte en cómo estaba, cómo hablaba, cómo actuaba, etc. y así llegar a entender mejor la situación y su transcurso.
  1. Pasar atendiendo al contexto: qué tipo de situación es para ti, para el otro, cómo ha ido cambiando, cuándo fue, qué elemento externo puede estar influyendo…
Te ayuda a aclarar cómo, cuando, por qué y qué influyó en el contexto para que se produjera la situación. Y también te ayuda a ver que el contexto de la otra persona puede ser diferente. Parece un tópico pero te das cuenta de que hay cosas que se dan por hecho y de que no la misma cosa o el mismo hecho tienen el mismo significado para los dos.

Comparando los tres ejercicios, con cada uno hemos ido profundizando hacia nuestro interior. Explico: primero contabas el conflicto a un compañero, interactuando con él como en un diálogo, luego el compañero te facilitaba el acceso a la información con preguntas y comentarios, pero ya no había una conversación. Ya no era hablar del conflicto, era recordarte a ti mismo, al contexto y al otro, experimentando las sensaciones de aquel momento. Y en el último, el compañero solo te acompañaba en tu reflexión, siendo tú solo el que explorabas la situación. Ha sido cada vez un ejercicio más íntimo y personal, pasando de hacer comentarios a hacer metacomentarios, descubriendo cosas de ti mismo, gestos a los que no les habías dado importancia y sensaciones que habías tenido inconscientemente, y de los cuales tomas conciencia.

Conclusiones:
Cuando conozcamos y entendamos la situación sabremos cómo poder UTILIZAR situaciones que emergen para realizar nuestros propósitos. Explorando y comparando tenemos que recoger información y usarla para generar un nuevo contexto que podamos controlar.

Pero la obtención de esa información requiere atender a muchas cosas. ¿Y por dónde empiezas? ¿De dónde obtienes la información? ¿Qué analizas? Porque muchas cosas están interviniendo: sus expectativas, su lenguaje (verbal y no verbal), su actitud, sus circunstancias, su punto de vista, su forma de entender las cosas,… y lo mismo con lo tuyo propio también influye.

Mi problema es que, al no tener un objetivo concreto, si no sé lo que busco, ¿cómo voy a saber qué información tengo que sacar de mi mente inconsciente? ¿Emergerá sola practicando estos ejercicios de exploración? ¿Surgirá de un profundo análisis de lo que haya de igual o de diferente en cada pasada? ¿Llegaré a ser consciente de lo que en su momento fue inconsciente? Y en caso de ser así ¿seré capaz de usar toda esa información obtenida para cambiar la situación a mi favor? ¿Y para trasladarla a otras experiencias?

En el ejercicio no pude explorar todo lo que potencialmente proporciona información (o quizá sí inconscientemente y no lo hice consciente). Pasaba por la línea y tenía que centrarme en algo: en los sentimientos, en las intenciones, en las influencias del contexto… tendría que pasar muchas veces para obtener toda la información. Por eso digo que teniendo un objetivo me resultaría más fácil. Pero, efectivamente, crearía un sesgo grave en la recogida de información al atender sólo a un aspecto.

De todas formas me di cuenta de cosas que no me había parado a pensar, de sensaciones que me afectaban, de que me paraba más en unas secuencias que en otras, de cuándo pasaba más deprisa por la línea, de en qué momento surgían las emociones y de cómo variaban según caminaba por la línea.

La verdad es que no sé si he aprendido de la situación todo lo que ésta me enseñaba, pero he sacado información relevante que podría servirme. Por ejemplo, que mis palabras cuando hay desacuerdo se interpretan como un ataque por la intensidad y el ímpetu (causado por una sensación de rabia, enfado, impotencia, injusticia, hartadura, indignación…no sabría explicarlo, pero lo sentía en la línea) y en seguida, sin querer, cierro el espacio de comunicación con llave y cerrojo.

Para finalizar una última reflexión. Supongo que conseguir generar un contexto y usarlo a favor de tus propósitos será algo muy gratificante y útil. En mi pareja, por ejemplo, sería maravilloso porque no discutiríamos nunca. Pero ¿no es agotador tener que analizar la forma en que habla cada persona con la que interactuamos, la manera en la que tenemos que hablar con quien queremos conectar, lo que tienes que hacer para cambiar el contexto a tu favor, desde dónde tienes que actuar, cómo debes hacerlo, comprender los significados desde su perspectiva, elegir bien tus palabras para que no destruir la comunicación, controlar tus emociones y anticipar las suyas…? Y es que nadie dijo que generar contextos conscientemente fuera fácil. Yo empecé a practicar con mi novio, incluso le pasé varios test para comprobar cuál era su estilo de comunicación y saber cómo tenía que dirigirme a él para crear compenetración y guiar la situación, pero me cansaba tener que ser yo siempre quien midiese y controlase sus palabras y gestos todo el rato para crear un contexto de amor y felicidad. Ahora (y para dinamizar el blog un poco) decidme, si te agota tener que hacer esto cada vez que hay un conflicto, ¿qué significado tiene? ¿Deberías plantearte algo? ¿Es significativo respecto a la relación?

2 comentarios:

Alejandro dijo...

Hola Elena

Excelente descripción de la secuencia que hemos ido realizando, y no menos excelentes las preguntas que te planteas. Desde luego son complejas.

Cuanto más haces algo conscientemente, más fácil es que sigas haciéndolo inconscientemente. Eso facilita que la mente consciente pueda dedicarse a otras cosas. Interesantemente, si aparece algo importante, probablemente no notarías inconscientemente antes que conscientemente, con lo que podrías dirigir entonces tu atención allí y ver qué haces al respecto.

Si vas conduciendo por una ruta habitual, puede que no estés prestando mucha atención consciente, si va todo normal o es esperable (el tráfico, la carretera, la sensación de fluidez). De ahí que podrías pasar absorta un par de kilómetros, o tu atención podría ir y venir de un pensamiento a la carretera, para volver al mismo u otro pensamiento. Pero si de repente hay algún cambio significativo, que hace una diferencia, lo notarás (un coche que frena de manera más intensa, un coche que acelera por detrás y se acerca demasiado, una curva, la presencia de un coche de policía, un radar, la aparición de un icono luminoso en tu salpicadero que indica que estás en reserva, etc...) ante cualquier cosa de estas, podrás hacer algo al respecto más conscientemente.

Con las relaciones puede ser igual. Si no, sería realmente fatigoso, y estarías analizando más que relacionándote, lo que tampoco sería muy bueno para la relación, ¿no?

La presencia continua de conflictos, como la ausencia completa de conflictos no significan nada de por sí, dependerá de cómo lo interpretes, del contexto de la pareja, la situación de cada uno, etc... Desde luego hay muchos factores implicados. Y no se trata de tenerlos todos claros, ni siquiera podríamos saber cuáles son todos. Más bien, es la idea de atender a algunos importantes para nosotros, por la información que dan. Y no es una situación, sino cómo van evolucionando, si algo funciona, o no funciona, y qué haces después, etc... etc... Es un proceso bastante dinámico, como puedes apreciar. Y esa manera de estar atendiendo, es bastante difícil de aprender, desde luego va mucho más allá de un protocolo a seguir, ¿no?

Sobre el tema de los propósitos, si no hay uno claro, siempre te puedes buscar uno propio. Desde luego, siempre habrá uno, al menos.

De nuevo, muy buena exploración.

Un saludo

Alejandro

Alejandro dijo...

Ah... otra cosa, si lees los últimos textos que dejé (en la plataforma), sobre las posiciones perceptivas, podrás ampliar bastante todo esto. A ver si tenemos tiempo y lo podemos hacer en clase...

Alejandro